jueves, 21 de agosto de 2008

Con el alma en pena



De: 52 Poemas Terminales (inédito 2008)

IV

Se extingue el perdurable deseo por la fresca carne
En su lugar queda el árido quebranto
Y es pavorosa la noche
en interminable pesadilla
con tanta muerte y desolación
sobre el aberrante lecho
donde te deshaces amada
Atrapada en la pestilencia de tu esencia
hoy carcomida por el odio
que te devora y encadena
a esta vida infame
plena de pústulas y pájaros sangrantes

X


¡Ah cuántos cuerpos en cubierta!
Los pajecillos casi imberbes
esparcen aserrín sobre la sangre
Los oídos me zumban
aún los cañones humean
y los quejidos
cortan el velo de la pólvora
Extienden los heridos partes suplicantes
quieren asirse de la negra túnica.
Ya no tengo oficio en este barco
los santos óleos se hunden
con las almas de ellos
y la vieja alma mía
que se rompe ahora,
y naufraga vana contra el arrecife.

XI


No son hermosas las plantas en esta tierra
crujen secas y polvorientas, dolientes
Unas ráfagas tremendas nos envuelven
y no importa la hora para ser temibles
Pocas veces, se de mi
otras, considero si es el tiempo,
la perpetuidad,
la imprecisa calma de las horas.
Casi siempre estoy sentada
bajo la enhiesta efigie
del ángel de la tumba
y no pocas visito nuestra casa
que no es la misma sin los perros
y me pregunto, si me amabas
¿A dónde se marchó tu espectro?
incapaz de vagar conmigo
en noches azules como ésta

XVIII

¡Ah! ¿Qué oscuro peso invade mi alma a esta hora?
¿Qué quiere de mí la aciaga madrugada?
Yo quien he sufrido los horrores de la peste
viendo ennegrecidos rostros
pálidas entrañas
sangre por doquier
¿Qué inmundo placer siente el destino?
sosegándome de máculas, dejándome vivir intacto
en medio de esta vorágine cruel
de dolorosa muerte
¿Por qué acude a mi lecho
envuelta en harapos?
y sombría me canta cuidando mi sueño
como una madre infausta
que en palabreo siniestro
me refrenda a no sufrir
los pavores
que hostigan a los de la casa nuestra
y ya no sé si es preciso morir
o vivir atormentado
con la sagrada compañía de la muerte