miércoles, 2 de enero de 2008

Los ataudes y los monumentos funerarios






Aparte de sentir una gran admiración
por los monumentos funerarios como los
que aún permanecen en pie en el cementerio general del sur en Caracas, y otros vistos por mi en algunos viajes, londres, edimburgo, el tocuyo, los ataudes también me dan esa sensación de confort y lujo. Son piezas que nuestra cultura excluye del mobiliario, nada más por hacer referencia al destino ineludible del descanso eterno. A veces la cama que ha servido para marcar la evolución de nuestro cracimiento (la cuna, la cama cuna, la camita individual de los cuentos imposibles, la cama de la niña adolescente, con horrible tela y ribetes en la madera, hasta la cama adulta) no es sino una variación abstracta sobre el mismo tema de lo que va a ser nuestro lecho mortuorio. Me hubiese gustado tener uno de esos neopolitan en mi habitación, muy mullido en su interior con un drapeado espeso para hacerme cosquillas antes de caer frita en el sueño nocturno (la mitad de las veces que he dormido en toda mi vida he padecido la parálisis del sueño o kanashibari, ¡horrible!) creo que de dormir en un ataud habría experimentado más en esa tiesura casi conciente que me ahoga y me hace presa de miedos y divagaciones. El cuadro de Fuseli ilustra lo que digo, esa especie de ahogo por tener al pequeño engendro oprimiéndote el pecho. El cuadro de Bocklin, cualquiera de sus 5 versiones conocidas, me mata. Basta ver el ataud en el frente de la embarcación, la figura enhiesta del acompañante y apenas el aflijido remero en segundo plano en ese siniestro y fantasmagoriano viaje hasta los rectos edificios de la isla de los muertos. Nos hemos conformado con ver al monumento y al ataud como piezas ajenas, me alentaria tener el ataud brillante con algunas catedrales como agarraderos, y sobre él, el monumento que camina al lado de éste cubierto con una pesada manta.(en la foto del cementerio general de Caracas) Hoy, cuando los deprimentes cementerios al ras del piso son la norma, cubiertos de flores plásticas en ciudades super pobladas (de muertos) deberíamos invertir en ese futuro más seguro y productivo que la universidad, volver a la tradición de hacer el costosísimo panteón familiar. Explico, la muerte no es productiva para la victima, pero sus implicaciones llenan muchas horas de investigación para gente como yo, quienes hemos vivido muertos de ganas de saber, ahondar, dormir y algunas veces profanar estos recintos y sus artilugios.







No hay comentarios: